viernes, 28 de diciembre de 2012

Presencia de Latinoamérica en el Jardín de las Esculturas de Xalapa (IVEC)


Presencia de Latinoamérica en el Jardín de las Esculturas de Xalapa (IVEC)

La sociedad de consumo invade con su profusión de imágenes al mundo contemporáneo. La multiplicidad de desplazamientos culturales determina la identidad de las culturas actuales, que es creada (y no sin conflicto) desde lo local a lo global. Esto posibilita la mezcla del pasado con el presente, que lleva a enfatizar los procesos de construcción activa de las identidades, mediante la apropiación y la integración, sin restar importancia a la continuidad de las tradiciones. Pocos ejemplos mejores que Latinoamérica, cuya cultura se ha caracterizado en buena medida por el sincretismo. Con la globalización, identidad y cultura han mudado exponencialmente sus procesos. Si antes en cada región las preguntas versaban acerca de qué es la identidad y en tal caso qué es la cultura, la globalización mutó estas indagaciones; todo aquello que se considera auténtico, autóctono, comienza a desdibujarse.
El grupo de tres exposiciones que se presenta a partir del 14 de noviembre en el Jardín de las Esculturas de Xalapa (IVEC), con la curaduría de Graciela Kartofel, despliega una visión del arte actual latinoamericano mediante algunos de sus creadores, cuyas obras responden a una conciencia identitaria y, de modos diversos, asumen problemas y sensibilidades en la construcción de la cultura contemporánea del continente.
La primera exposición: Ocho Miradas Latinoamericanas -3era. Estación reúne a ocho artistas de diversos países de América Latina que refieren situaciones globales pero concebidas y realizadas desde lo local. Argentina, Chile, Colombia, México y Venezuela en una elección aleatoria de los países, porque la selección fundamental está basada en lo que cada uno de los autores nos revela.
Álvaro Barrios, Sergio Fasola, Lina Leal, Mauricio Lupini, Víctor Pimstein, Yohanna M. Roa, Jerónimo Hagerman y Lucía Warck-Meister descubren aspectos de las culturas del continente. Estos ocho artistas con visiones y actitudes estéticas independientes, invitan a reflexionar en un mundo globalizado, multicultural y transdisciplinario; ofrecen a los espectadores la posibilidad de entretejer sus experiencias estéticas fuera de la mirada superficial; creando nuevas señales entre las diferentes culturas que se hacen presentes, sin dejarse aplastar por la masificación.
En la segunda exposición: Artistas Dominicanos – Identidades Entrecruzadas, Kartofel implica en la curaduría de esta exposición a las artes visuales de República Dominicana; un país que a decir de la curadora “se ha nutrido de nuevos lenguajes en los últimos años. Hay autores que establecieron parámetros visuales que con el correr de las tres décadas recientes, expandieron la mirada con pinturas e instalaciones poderosas. Luego de masivos barroquismos parecía que no surgía nada nuevo en los discursos de los artistas caribeños. Sin embargo, con humildad y picardía, con ideas claras, críticas, búsquedas y emergiendo fuera de los circuitos habituales, varios artistas dominicanos comenzaron a aflorar en su exilio voluntario y habitual que es Nueva York.”
De una selección de estos artistas, surge esta exposición conformada por Ada Balcacer, Iliana Emilia García, Reynaldo García Pantaleón, Scherezade García, Miguel Hernández, Luanda Lozano, Moses Ros-Suarez, Jennie Santos, Ezequiel Taveras, Julio Valdez, conjuntamente con los doce integrantes del Proyecto Gráfico Dominican-York (enfocado a referir la doble identidad) Carlos Almonte, Pepe Coronado, Alex Guerrero, Miguel Luciano, Chiqui Mendoza, René de los Santos, Rider Ureña, Iliana Emilia García, Reynaldo García Pantaleón, Scherezade García, Luanda Lozano y Moses Ros-Suarez.
La tercera exposición: Video Dominicano se fundamenta en la propuesta ideológica que subyace en pensar: que para América Latina en general la reflexión en torno a la identidad pasa por renombrar y resignificar la realidad desde un cuestionamiento al propio lenguaje establecido. Así, Josefina Baez, Nicolás Dumit Estévez, Shaun Leonardo, Claudia Ulisses participan de la dinámica postcolonial que implica una práctica del arte cualitativamente diversa.
De esta manera, estas tres exposiciones se piensan dentro de un concepto muy flexible, como una formación meta y multicultural, unidas por lazos geográficos, históricos, económicos y sociales. Si bien el mayor énfasis es señalar identidades y formas de la cultura latinoamericana, la selección abarca la obra de artistas de múltiples raigambres culturales, para establecer nexos en imaginería, creencias y prácticas artísticas. Participan así artistas de comunidades de inmigrantes dominicanos en Estados Unidos, igual que mexicanos o argentinos. La producción cultural de América Latina, rara vez se presenta en Xalapa y generalmente es desconocida. El criterio que ha usado Kartofel al incluir creadores latinoamericanos, cuyo trabajo se vincula además con el Caribe, se fundamenta en el rico acervo de experiencias compartidas; siguiendo concepciones múltiples, polifocales, y a la vez integradoras dentro de la diferencia.

Manuel Velázquez
Noviembre 2012

Mosaico de Imágenes


Mosaico de Imágenes
Paisajes naturales, fragmentos urbanos y el cuerpo imaginado

Tal vez porque cada día somos más globalizados, y paradójicamente, al mismo tiempo más arraigados en nuestro territorio, acabamos inevitablemente viendo las cosas unas veces por dentro y otras por fuera. La condición de observador inscrito en los vaivenes del arte veracruzano pero interesado en otros espacios, favorece ese juego de perspectivas y una lectura inevitablemente parcial, híbrida, transversal.
Estas notas de navegación crítica que hemos emprendido en esta colaboración dominical, pretenden cartografiar algo del devenir de la cultura veracruzana; una situación de situaciones (por su pluralidad), que permite reconocer el acontecer de las artes visuales de Veracruz, a sabiendas de que se ha convertido en un espacio amplio de análisis y de horizontes. Por lo que sólo cabe sumergirse en aproximaciones generales pretendiendo “mapear” algo del territorio donde estamos. Haber escogido esta opción, obliga a pensar en diversas cosas y en varias direcciones, sobre todo cuando el cumulo de eventos no permite estar a tiempo con los acontecimientos. De ahí que esta nota remite a una muestra anterior que por su importancia no quisiéramos dejar de comentar. 
La exposición Mosaico de Imágenes con la curaduría de Josué Martínez Rodríguez, fue una muestra que reunió artistas de la Facultad y del Instituto de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, dentro de los eventos del reciente Hay festival. La selección partió de dos núcleos temáticos. El primero, ubicado en la Casa del Lago; El cuerpo imaginado, muestra un panorama en torno a las reflexiones del cuerpo humano; en sus formas y puestas en escena, en sus condiciones físicas y culturales. Del retrato a la interpretación, de lo individual a lo colectivo, de la sexualidad vista desde el erotismo a la sexualidad vista desde la psicología. Abordar el núcleo temático desde diversas perspectiva permitió restituir los modos de hacer y de sentir alrededor del cuerpo humano que han desarrollado los creadores de ambas instituciones, además de sus adquisiciones técnicas y materiales.
La noción de cuerpo en esta muestra fue entendida en toda su complejidad. Para ello fue imprescindible atender a las representaciones que de él se hacen; las creencias que protagoniza y los efectos que su concepción provoca en cada creador. Este núcleo temático, movilizó así varias formas de ver desde un enfoque multidisciplinar. La muestra estuvo trazada en territorios que se extienden entre la constricción y la libertad, entre el poder y la debilidad, entre lo colectivo y lo individual.
            El segundo núcleo temático, ubicado en el Teatro del Estado; Paisajes naturales, fragmentos urbanos, es una reflexión acerca de la naturaleza y la ciudad. El paisaje es entendido en dos sentidos estrechamente asociados entre sí. Por un lado, constituido por el conjunto de interacciones y diálogos con el entorno. Por otro entendido como “memoria de los territorios”, en la medida en que se trata de un significado construido a lo largo del tiempo, y que puede ser objeto de interpretación. El paisaje es memoria, porque se concibe como el orden simbólico y visual accesible a la experiencia actual y cotidiana, que expresa las claves biográficas o los hilos conductores de cada creador. Esto implica que este núcleo temático es portador de un universo de significado, el cual puede descomponerse en los distintos niveles de interpretación que han marcado la interacción entre el creador y su medio. Así, el paisaje funciona como espacio interior, como medio para comunicar individualidades y sentimientos personales que se tornan abstractos.
A pesar de sus diferencias, ambos núcleos temáticos, presentaron diversas perspectivas en torno a la creación artística dentro de la Universidad Veracruzana a partir de lo que sus creadores vienen desarrollando con cierta profusión.
           
Manuel Velázquez
Noviembre 2012
             

Metales de Antonio Caloca


Metales de Antonio Caloca

La obra del joven Antonio Caloca se basa en la experimentación y en un ejercicio de introspección; esa imbricación íntima con las cosas, sus representaciones, sus símbolos, su existencia discursiva. Caloca realiza una serie de fotografías de pequeños objetos metálicos. El objeto fotográfico elegido es una pieza de metal, un acercamiento que nos sorprende por lo imprevisto, por la resignificación del objeto mismo, envejecido por el implacable paso del tiempo, lo que a la vez le otorga una dignidad de objeto ritual.
La obra de Caloca presenta elementos vinculados con lo que ignoramos; lo que existe y no nos damos cuenta. El autor nos habla de la pérdida de la capacidad de asombro. Su obra articula las relaciones entre lo visible y lo invisible, lo que se oculta y lo que se da a ver, lo que se puede decir o nombrar y lo que permanece en las penumbras del lenguaje. El ejercicio fotográfico supone un dispositivo que permite hacer visibles aquellos detalles que ignoramos.
A lo largo de los últimos meses, el trabajo de Caloca ha girado en torno a dos líneas generales de investigación. La primera, de orden estrictamente técnico, tiene como principal propósito la experimentación con la fotografía, el método que utiliza tiene que ver con enfocar cosas muy pequeñas sin necesidad de usar un lente especial macro; desenrosca y voltea el lente, literalmente lo usa al revés. Con esto ha logrado una eficaz síntesis de recursos, combinado con procedimientos de impresión digital en papel fotográfico, lo que permite obtener resultados acordes a sus propósitos plásticos. Recurriendo a técnicas de registro digital de alta resolución, este artista ha podido sacar texturas y formas con extrema fidelidad y gran riqueza visual. Cada imagen es de aproximadamente de un metro por un metro veinte centímetros.
Por otra parte, Caloca toca el tema de la memoria y el olvido como fundamento de su discurso artístico. Lo que aparentemente conocemos pero también ignoramos de un objeto, o de nosotros mismos. Opta por un tratamiento iconográfico de tono bajo, en el que su narrativa es expresada de manera oblicua, elegante, austera y poética. Su obra es una exaltación de lo pequeño, del desgaste y la oxidación.
La obra de Caloca es más de seducción estética que de convencimiento argumentativo; es por ello que sus fotografías no nos ofrecen de manera directa otra cosa que no sean las propiedades plásticas de un objeto. Por otra parte, el sobrio manejo del color le confiere a sus piezas una apariencia cercana a la abstracción. La expresión general es de un mensaje austero, cuyas posibilidades de interpretación se dan en la medida en que el espectador es sensible a la imagen. La combinación de permanencia y fugacidad, peso y ligereza de cada fotografía sugiere su propio ser; los límites dentro de los cuales se mueve.
Los objetos seleccionados no quieren decir algo literal, no remiten a un significado como un signo, sino que se muestran al observador, el cual se ve obligado a detenerse delante de ellas y reflexionar. Los objetos fotografiados, no están realmente ahí, es decir, no manifiestan una auténtica presencia, sino que sólo surgen como ellos mismos cuando se les observa, cuando se les recupera del olvido.

Manuel Velázquez
Noviembre 2012

¿Mexicano? Pablo Muñoz


¿Mexicano?
Pablo Muñoz

Las peculiaridades del desarrollo político, social y económico de nuestro país no podían dejar de incidir en la manera de hacer arte. Reflexionar sobre su realidad social le da a Pablo Muñoz argumentos y alternativas para concebir su trabajo artístico. Este joven creador, en la instalación "¿Mexicano?", indaga sobre la identidad. Mediante el uso de huesos, monedas, y textos, pone en evidencia la importancia de volver a pensar el país, sus imaginarios y la crisis de ciertas construcciones de identidad nacional. De tal forma que cuestiona los postulados culturales sobre los cuales se han apoyado el conjunto de rasgos colectivos que nos caracterizan frente a los demás.
Pablo Muñoz ha producido, a través de su instalación "¿Mexicano?", una respuesta a la experiencia de vivir en un país sujeto a la violencia indiscriminada y al narcotráfico. Su proyecto estético se basa en el convencimiento de que para articular una conciencia ética, el arte debe dirigirse a la representación del tema político. Lo político se refleja en sus trabajos relacionado con la especificidad del entorno social donde se mueve. La búsqueda de "lo mexicano", se relaciona con la manera en que los componentes nacionales pesan en su historia personal y en sus vivencias, valiéndose de símbolos que forman parte del imaginario colectivo; el águila nacional realizada con huesos de pollo y la palabra ¿Mexicano? hecha con monedas.
No olvidemos que el tema de la identidad ha sido y es una preocupación constante para el mexicano, situación en la que actualmente pesa no sólo la heterogeneidad, sino los propios conflictos y oposiciones que esto genera. Desde su obra, Pablo Muñoz elabora un imaginario cuya preocupación básica es establecer ¿quiénes somos?
Este artista tiene conciencia del riesgo que supone generar modelos que pueden terminar siendo clichés de “lo mexicano" o lo que es peor, de lo que se espera ver desde afuera como imaginarios típicos de esta región. La reformulación de la identidad en su obra, asume que lo mexicano resulta de una compleja heterogeneidad. Así, sólo aceptando la existencia de los conflictos y oposiciones que la noción suscita, será posible acercarse comprensivamente a la difícil pregunta sobre qué significa “ser mexicano”.
El desarrollo particular de nuestra nación, los contrastes que marcan sus diversidades históricas, se ven reflejados en la complejidad que encierra el ser resultado de los cruces culturales. El tipo de colonización vivida, la forma como se exterminó o sometió a los indígenas, el traslado de población de otros continentes le da a México una estructuración particular y diversa a la de otros países. Actualmente, nuestra identidad tiende a ser vista como algo dinámico, en construcción, como un espacio en el que las cosas dialécticamente cambian y se conservan.
En términos formales, la pregunta ¿Mexicano? permite a Pablo Muñoz crear una propuesta visual donde coexisten elementos propios con otros aportados por los lenguajes del arte contemporáneo occidental. Esto le concede acercarse a una realidad viva y presente, sin remitirse a la simple repetición de algo conocido, sino recontextualizar esa realidad en una búsqueda que no trata de reivindicar nacionalismos exacerbados. Estas formulaciones críticas en su obra, buscan no sólo cuestionar la identidad, sino demostrar que no existen ni ideas ni formas únicas de representar la realidad, sacándole el máximo partido al valor del disenso.

Manuel Velázquez
Diciembre de 2012