lunes, 8 de diciembre de 2008

Mirar a la sombra



“MIRAR A LA SOMBRA”
Obra de Manuel Velázquez

Lillian Bullé-Goyri Lasserre.

“Entre lo que puede revelarse y lo que debe permanecer oculto resplandece el límite mismo en el cual halla el arte su raíz vital y fecundante, así como su cadena de necesidad”
(Eugenio trías. Lógica del límite, Ediciones Destino, Barcelona, 1991)

El límite es el referente que distingue dos planos; también puede ser la intersección de ambos: El sujeto habita en el límite, en el encuentro de dos mundos, uno que se le manifiesta y otro que se le oculta, es decir, conoce las formas del mundo a través de su experiencia pero también sabe que no puede descubrir su totalidad por medio de ella. El arte encuentra su sentido al representar intuiciones, conceptos de las cosas, pero sabemos que las representaciones que crea nunca son la cosa en sí, son sólo imágenes; sin embargo su necesidad es develar lo oculto de la realidad, ir más allá de la sola apariencia, y conciente de que a cada contenido no le corresponde un rostro único decide recurrir a distintas transformaciones. El hombre a través del arte descubre una ventana que le muestra otra realidad, una en la que confluye lo externo de lo representado y una aproximación a su esencia, a todos sus contenidos posibles.
Los grandes formatos que propone Manuel Velázquez revelan el espacio que aún no se ha terminado de reconocer, de habitar; aspiran a contener una versión más completa de lo existente. Los objetos inmersos en esta percepción de vacío narran una escena, que si bien resulta ser una variante de nuestro reconocimiento de la realidad, también hace mención a su sombra, a lo amorfo y oscuro. Su presencia es una constante, su aparición nos crea una mayor expectativa -tratar de descubrir lo que se oculta- y es que, la figuración de lo oscuro nos remite a lo desconocido, a algo que aunque sabemos que está ahí no reconocemos. En esta serie de pinturas, la sombra es tratada como el reflejo de los objetos, los personajes y escenas guardan relación con el silencio, existe una parte de ellos que el autor decide no-mencionar porque no existe contenido representado que se agote al expresarse. Al mostrar espacios incompletos Manuel Velázquez conduce al espectador hacia lo imprevisible, propone rutas, pero no anuncia destinos. La propuesta de sus obras es la de observar una realidad más compleja; en cada una de sus imágenes encontramos un punto de vista sobre el mundo, evidenciado a través de formas que nos son comunes, pero al mismo tiempo percibimos su sombra, la parte callada. Cuando nos remite a ella nos sugiere múltiples evocaciones que acrecentamos a través de nuestra respuesta ante lo inesperado. Son esas interpretaciones, aquellas que llenan el espacio de lo ausente, las que completan la totalidad de sentido en la obra de Manuel Velázquez.
La exposición “En el brocal del pozo” se ubica en el límite, en la coincidencia de dos existencias, la manifiesta y la velada. El apareamiento de esos dos mundos aviva el juego de la imaginación de los que observamos y nos incita a formar parte de lo representado.

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